Misa Internacional de Tromén celebró su 75° edición en sector Caren

En una emotiva jornada que reunió a cientos de fieles y que contó con la presencia del alcalde Sebastián Álvarez, se celebró este último domingo de febrero la tradicional misa binacional del Tromen, en su 75ª versión.

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Esta misa, instaurada por el monseñor Francisco Valdés Subercaseaux, es una de las manifestaciones religiosas más significativas de la zona, que tiene lugar en el límite fronterizo entre Chile y Argentina, en las cercanías de la imponente figura de Cristo Crucificado erigida por Valdés Subercaseaux y que también conmemora el tratado de paz entre ambos países.

Debido a los recientes incendios forestales y el cierre del paso internacional Mamuil Malal, muchos fieles argentinos no pudieron participar este año lo que redujo la afluencia de público de ambos lados de la cordillera. Sin embargo, contó con la presencia de numerosos fieles provenientes de diferentes localidades chilenas, como Gorbea, Pitrufquén, Freire, Villarrica y Curarrehue.

Para la primera autoridad comunal, Sebastián Álvarez, la relevancia de este acto religioso es un recordatorio de la fraternidad y el entendimiento mutuo entre chilenos y argentinos, valores que se transmiten a través de esta tradición que perdura por más de siete décadas e hizo un llamado “a la unidad y al trabajo participativo entre los municipios de Villarrica, Pucón y Curarrehue, para que podamos ir generando también un sentido de comunidad que nos conecta. Además, es muy significativo celebrar 40 años del tratado de paz entre Chile y Argentina, por lo tanto, este tipo de celebración marca un hito en el calendario”.

La ceremonia religiosa tuvo lugar en el sector Caren, en la comuna de Curarrehue, y fue presidida por el párroco Héctor Campos, quien condujo a los asistentes en un acto de fe y reflexión sobre la importancia de la paz y la unidad entre naciones. “Algo que dijo el alcalde me gustó mucho y es que entre las comunas exista una coalición para poder luchar y buscar lo que es mejor para las personas, no solo desde la fe, sino que también desde la política, social y que la paz sea una realidad, entre nosotros y los países vecinos”.

A pesar de las adversidades, la misa del Tromen sigue siendo un símbolo de la unión de dos pueblos que, a través de la fe, fortalecen los lazos de amistad y fraternidad en la región. La imagen de Cristo Crucificado, que fue erigida como un símbolo de esperanza por monseñor Valdés Subercaseaux, sigue siendo un recordatorio constante de la importancia de la paz y la reflexión en el contexto de la vida fronteriza.

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