El lenguaje humano, no sólo permite la expresión de ideas y el pensamiento complejo, sino que además tiene un alto impacto sobre el desarrollo emocional del ser humano. De esta forma, la expresión verbal de nuestros estados mentales nos permite comprender de mejor forma nuestras emociones y generar una respuesta adaptativa a las distintas situaciones.
Nos permite, además, representar nuestro pensamiento de forma precisa y adaptada a la situación comunicativa, siendo este último punto, de trascendencia para el éxito de nuestras interacciones sociales. En otras palabras, lograr seleccionar aquellas ideas y palabras que resultan más apropiadas al lugar, las características el público y los objetivos comunicativos.
En este contexto, la “comunicación efectiva” surge como un concepto relevante en la calidad de las interacciones humanas. Un niño y/o adolescente que expresa verbalmente sus emociones, y que recibe una descripción verbal o “traducción” de su comportamiento por parte de sus adultos significativos, contará con un alto nivel de regulación emocional y una mejor autoestimada. En la adultez, nuestro lenguaje interior influye en la forma en que representamos la realidad y nos percibimos a nosotros mismos, por lo que juega un papel importante en el abordaje y tratamiento de problemas de salud mental. Los terapeutas utilizan el lenguaje para ayudar a los usuarios a explorar y comprender sus emociones, pensamientos y comportamientos. Además, el lenguaje puede ser una herramienta poderosa para promover la autoexpresión, la reflexión y el cambio.
Es fundamental favorecer un desarrollo óptimo del lenguaje oral/escrito, considerando su influencia sobre el equilibrio emocional en cada etapa de la vida. El llamado para nuestra sociedad es a practicar “poner en palabras las emociones y sentimientos”, desde la más tierna infancia, para así lograr impactar positivamente sobre la salud mental de nuestra sociedad.
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