Pablo Rebolledo Dujisin, director Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad, director de carrera Administración en Ecoturismo, UNAB Sede Viña del Mar.
A fines de septiembre se celebra el Día Marítimo Mundial, una fecha para resaltar la importancia del transporte marítimo en el desarrollo global y la protección del medio ambiente. En 2024, el lema “Navegar en el futuro: ¡La seguridad, lo primero!” destacan los esfuerzos de la Organización Marítima Internacional (OMI) para mejorar la seguridad en los mares, proteger el medio ambiente marino y adaptarse a los rápidos avances tecnológicos en el sector marítimo.
Este año es especial por los 50 años de la adopción del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS) de 1974, un tratado clave que establece normas internacionales para la seguridad de las embarcaciones. Este convenio ha sido fundamental para la regulación marítima, asegurando que la seguridad en el mar siga siendo una prioridad a pesar de los desafíos tecnológicos y ambientales.
La seguridad marítima está estrechamente vinculada con los objetivos de sostenibilidad global. La OMI trabaja en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abordan desde el acceso a energía limpia hasta la conservación de los océanos.
Chile, con su extensa costa, ha tenido una relación profunda con el mar desde tiempos ancestrales. Hace más de 10 mil años, los habitantes del norte de Chile ya dependían de los recursos marinos para su subsistencia. En el siglo XX, la expansión marítima de Chile trajo crecimiento económico, pero también conflictos entre la pesca artesanal y las políticas estatales, generando tensiones socioambientales que aún persisten. Estas tensiones subrayan la necesidad de estrategias legales y políticas que equilibren la conservación marina con el bienestar de las comunidades costeras.
El turismo marítimo juega un papel crucial en la economía chilena y global. No solo genera ingresos y empleos, sino que ofrece experiencias que fomentan el respeto por el entorno natural. Sin embargo, este desarrollo debe gestionarse con responsabilidad. El turismo sin regulación puede causar daños ambientales irreversibles, como la sobreexplotación de recursos y la degradación de áreas costeras. Por ello, es vital implementar prácticas de gestión sostenible que garanticen la protección de los ecosistemas marinos a largo plazo.
Una solución es fortalecer las actividades turísticas, enfocándose en las necesidades de las comunidades locales y no solo en el crecimiento del PIB. Este enfoque promueve la economía azul y protege los recursos costeros, beneficiando tanto a las comunidades como a los visitantes de manera equitativa y sostenible.
Debemos avanzar hacia un futuro donde la seguridad y la sostenibilidad sean prioridades. El transporte marítimo es esencial para el comercio y el desarrollo económico, pero también debe proteger nuestros océanos y comunidades costeras. La cooperación entre gobiernos, empresas y comunidades locales es crucial para asegurar que el transporte marítimo siga siendo una fuerza positiva para el progreso global, mientras se respeta el medio ambiente marino.
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