Trinidad Gutiérrez Roselló, I año Ingeniería Comercial FEN UCHILE.
Como la mayoría sabemos, los impuestos son contribuciones que, por ley, debemos hacer tanto las personas, como las empresas. El objetivo central de la administración tributaria es recaudar los impuestos ya mencionados y así poder financiar gran parte de los gastos e inversiones que realiza el estado en beneficio de la comunidad. A partir de lo anterior surge la siguiente aseveración: ”cuando el gobierno necesita recursos adicionales para financiar gastos públicos adicionales (previsión, salud, educación, etc.), este solo debe aumentar las tasas de los impuestos y crear impuestos nuevos, y problema resuelto”, sin embargo, esta afirmación estaría incorrecta, puesto que el aumento en las tasas de impuestos o la creación de impuestos no sería suficiente para resolver la necesidad económica que tiene el gobierno para financiar gastos públicos adicionales.
Esto es debido a que si el gobierno de turno necesita recursos adicionales para financiar gastos públicos, no puede simplemente crear o modificar los impuestos. Una reforma tributaria no solo requiere de muchos estudios y debates bien informados, sino que también hay que tener en cuenta el impacto que estos tendrían para la sociedad en su conjunto. Al modificar los impuestos, se produce un efecto en cadena, el cual altera el flujo de ingresos y los precios relativos de los bienes y servicios, afectando las decisiones de todos los agentes de la sociedad, tanto de las personas como de las empresas. En definitiva, este impacto sería negativo, teniendo en cuenta que el Banco Central de Chile proyecta una recesión para 2023 con una caída del PIB entre -1 y -1,5%, además de una tasa de inflación de 6,6%, la cual se encontraría muy por sobre el objetivo del mismo organismo, es decir, 3% (con un rango de tolerancia de un punto porcentual aproximadamente).
Por otro lado, el Banco Mundial sugiere que el 30% de los chilenos vive en situación de vulnerabilidad, mientras que el índice de Gini (medidor de la desigualdad) indica que nuestro país ha aumentado su nivel de desigualdad: del 44,4 en 2017 al 44,9 en 2020, siendo 0 perfecta igualdad y 100 perfecta desigualdad. Es decir, un cambio en nuestro sistema tributario debe ser evaluado correctamente, debido al gran efecto que este tiene en los chilenos y sus bolsillos, por ende el problema mencionado anteriormente no se resuelve simplemente aumentando o creando impuestos.
También debemos considerar el uso que le daría el gobierno a este posible aumento en sus recursos para el gasto público. Chile tiene un 2% del PIB de ineficiencia técnica del gasto público, más un 1% del PIB de programas sociales ineficientes y un crecimiento negativo de -1,5 en 2023, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En otras palabras, si el gobierno obtuviera más recursos a través de los impuestos, esto no significaría que estos fondos vayan directamente al gasto público ni que sean utilizados eficientemente, en beneficio de las personas. Por ende, el incremento o creación de impuestos no termina siendo una solución en el financiamiento de previsión, salud, educación, entre otros.
Como conclusión, un cambio en nuestro sistema tributario no sólo resulta complejo debido a que requiere el estudio y aprobación de varios agentes, sino que también nos afecta enormemente como sociedad, ya que en nuestro caso, a nivel país nos enfrentaríamos a una recesión económica, en la que las personas no contarían con la estabilidad monetaria como para enfrentarla de buena manera. Asimismo, debemos evaluar el uso del gasto público que le da el gobierno, el que actualmente está siendo claramente ineficaz y desventajoso para las personas.
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