El plástico y yo: una relación tóxica

Francisco Correa Investigador U. AutónomaPor Dr. Francisco Correa

Investigador Unidad de Cambio Climático y Medio Ambiente

Universidad Autónoma de Chile

Esta relación comenzó a principios del siglo XX. Al inicio, como en la mayoría de las relaciones, todo era maravilloso. Teníamos junto a nosotros un material que servía para muchos usos, era de muy bajo costo y tenía una durabilidad de varios cientos de años. Ese conjunto de características nos ha llevado a una crisis completamente irreversible.

El plástico es un elemento omnipresente, está en todos los aspectos de nuestras vidas; lo comemos, lo respiramos, lo bebemos y se ha dispersado por todos los rincones de nuestro planeta, Siendo confundido como alimento por pequeños y grandes invertebrados, peces, mamíferos, reptiles y aves, que mueren de inanición, ya que al no poder digerirlo les genera saciedad.

Así también, ha sido encontrado en sitios remotos, en los polos, icebergs, lluvia, sal, agua embotellada y agua de la llave. De hecho, en un estudio reciente que realizamos en el Lago Llanquihue identificamos más de 660 partículas de plástico por m2 de playa. Respecto a lo mismo, hace pocas semanas se reportó que semanalmente comemos una cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito. Sorprendentemente, también se descubrió la presencia de microplásticos en el interior de los huevos de aves del océano Ártico, e igualmente impactante fue la detección de partículas plásticas en la cerveza.

Estos sólo son indicios de que aún no conocemos la real magnitud de esta tóxica relación. Más aún, diariamente vestimos ropa que desprende miles de microfibras de plástico en todos los lugares que visitamos, las que también son emitidas por millones desde las secadoras de ropa.

La situación puede ser peor. En un artículo científico que estamos preparando, calculamos que, producto del desgaste de los neumáticos de automóviles, solo durante el año 2018 se liberaron más de 1.800 trillones de micropartículas de caucho a nivel mundial, compuesto por una mezcla de diversos polímeros, que equivalen al peso de más de 2 millones de Torres Entel (1 Torre Entel = 10.000 toneladas). Y como además estas partículas no se degradan en el largo plazo, se estima que su acumulación histórica ya haya superado los 100 mil millones de toneladas alrededor de todo el globo, similar al peso de 13 millones de Torres Eiffel (que pesa cerca de 4 veces más que la Torre Entel).

Si bien, todo indica que este tipo de relaciones no debiesen extenderse por mucho tiempo; a nuestro pesar ya llevamos más de 100 años de interacción, siendo hora de comenzar a ocuparnos al respecto.

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